natural, no puede comprender las cosas de Dios. Necesita que el Espíritu lo ilumine (1 Corintios 2:9–16). El Espíritu Santo nos revela la verdad de la Palabra, y luego nos da la sabiduría para comprenderla y aplicarla. También nos da el poder—la capacidad—para practicar la verdad (Efesios 3:14–21). En segundo lugar, esta iluminación va al corazón del creyente (1:18). Literalmente este versículo dice: “los ojos de vuestro corazón sean alumbrados”. Al hablar del corazón pensamos en la parte emocional
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